domingo, 3 de agosto de 2008

TODO SOBRE LA DIANA

Sujetar, apuntar y disparar una cámara Diana supone renunciar al control de forma consciente. Concentrar la creatividad en captar el momento y contar una historia en lugar de liarse a toquetear botones y palancas. La imagen borrosa y onírica captada por una Diana es más una interpretación que una representación correcta de la realidad. Puestos a comparar, la Diana se parece más a una máquina de escribir antigua que a uno de los aparatos con megapíxeles que usamos hoy día. Con cada clic del disparador se capturan instantes de una forma única, impredecible. Surge una historia.

La gran historia de la cámara Diana
En los años sesenta, una modesta empresa de Hong Kong llamada Great Wall Plastics Factory, creó una cámara barata de 120 a la que bautizó con el nombre de “Diana”. Realizada completamente de plástico, cada unidad costaba alrededor de un dólar. Sólo el obturador y unas pocas piezas necesarias eran de metal. Las características originales eran dos velocidades de obturación, tres ajustes de apertura y enfoque manual desde aproximadamente 1 metro hasta el infinito. Disparaba 16 imágenes de 4 x 4 cm por rollo.


Manual de un clon de Diana: Future Scientist
De clones y copias
Suponemos que la Diana original alcanzó un éxito considerable en el mercado doméstico e internacional, hasta el punto de que llegó a surgir una legión de imitaciones, copias y derivados para capitalizar la demanda. Con nombres como “Future Scientist”, “Megomatic”, “Snappy”, “Windsor” y “Zodiac”, los clones ofrecían una gran variedad de funciones, desde aperturas simplificadas a velocidades de obturación adicionales, flashes electrónicos, fotómetros falsos, lentes más grande y película de 620. Las grandes firmas como GE, Reader's Digest, JC Penny y Avis Rent-a-Car encargaron versiones personalizadas. No está claro cuántas de las copias eran originales de la Great Wall Plastic Factory y cuántas eran de fabricantes rivales.

Aviso publicitario de cuando Diana costaba $ 1. Colección Allan Detrich.

Una década después la Diana fue un fracaso comercial y dejó de fabricarse. Pero como toda superestrella truncada en su mejor momento, una vez desaparecida su atractivo subió como la espuma. Como herramienta artística de culto se convirtió en todo un éxito entre los fotógrafos vanguardistas y minimalistas que quedaron prendados por las imágenes suaves, como de ensueño, por los colores súper saturados, los borrones impredecibles y el contraste al alimón. Las fotos realizadas con la Diana son puras y descaradas, con personalidad propia. ¡Es imposible reproducirlas con ninguna otra cámara! En pocas palabras, la Diana adquirió prominencia y pasó a ser una de las cámaras analógicas de culto más preciadas y buscadas a partir de finales de los setenta."

Texto Diana

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola Sophia!
Me encantan las camaras Dianas me parecen expectaculares. Quería saber en que lugar las puedo conseguir.
Saludos